José Luis Pardo: “El romanticismo ha contribuido más que ningún otro movimiento a la definición moderna del arte”
Ya se pueden reservar plazas en este ciclo de seis conferencias abierto tanto para Amigos del museo como todo tipo de personas interesadas.
Hablamos con José Luis Pardo, habitual director de nuestros cursos de invierno y uno de los pensadores fundamentales para comprender el arte en su contexto social, filosófico e histórico. En esta entrevista, Pardo nos ayuda a entender la aporía que se explicará en profundidad durante el curso: la huella del romanticismo en el arte contemporáneo; la que se ve en la sombra que proyectan los espantos de Goya en la pintura moderna, la que se escucha en la música atonal a partir de lo que sonaba en Wagner, la que pone el arte al servicio del activismo, como ya hizo Jacques-Louis David. Parafraseando aquel slogan de Mayo del 68 —momento que Pardo define en estas líneas como “resurrección intempestiva” del romanticismo—, debajo del discurso dominante está la paradoja.
¿Cómo explicaría brevemente un movimiento tan complejo como es el romanticismo?
Es imposible hacerlo en pocas palabras. Suele presentarse como una reacción contra la Ilustración, como una reivindicación de los aspectos irracionales de la humanidad, como un idealismo que rechaza la vulgaridad de la moderna vida urbana, como una nostalgia de un pasado (la Antigüedad y la Edad Media) en el que lo fantástico y lo real aún no se habían divorciado y la naturaleza estaba llena de dioses y espíritus… Pero, por otra parte, en ese período se produjeron hechos tan ilustrados como la Revolución Americana y la Francesa, y tan modernos y urbanos como la aparición de la ciudad industrial… Yo destacaría que, como decía Ortega, el romanticismo señala el momento histórico en el que el arte se convierte en un fenómeno popular y que, en este período, se fragua la imagen moderna del artista: el genio atormentado que expresa impulsivamente su personalidad desbordante…, y se fija también la reivindicación de la libertad artística sin restricciones morales, políticas o religiosas.
¿Por qué es interesante hablar del romanticismo hoy en día?
Porque, aunque superficialmente no pasa un día sin que alguien subraye el carácter completamente anti-romántico de nuestro tiempo (desde el rechazo de los artistas hacia la figura del genio a la constante denostación del “amor romántico”), en el fondo de nuestro imaginario subsisten elementos románticos fundamentales, como lo prueban fenómenos tan distintos como el resurgimiento de los nacionalismos o la revalorización de la naturaleza.
¿Cuáles de sus características han dejado más poso en la Historia del arte?
Creo que el romanticismo ha contribuido más que ningún otro movimiento a la definición moderna de lo que se entiende por arte. Y, como ya he dicho, creo que ha tenido una importancia decisiva en la reclamación para la creación artística de una libertad absoluta y de una esfera autónoma sin restricciones ajenas a lo estético.
¿Qué hay del espíritu romántico en la sociedad actual? Política, ecología, comportamiento social...
Ya he señalado la pervivencia del nacionalismo. Y, desde luego, el movimiento ecologista se alimenta en gran medida del culto romántico a la naturaleza liberada de la mano del hombre. Pero ¿qué decir de la exaltación de la creatividad, que es tan constante en nuestro tiempo y a todos los niveles (no sólo artístico, sino profesional, empresarial, educativo...)? ¿O de la veneración de las actitudes rebeldes, subversivas, contestatarias? Se diría que, si la revolución del 48 fue el naufragio del romanticismo, Mayo del 68 fue algo así como su resurrección intempestiva…
Una de las ponencias indica que somos “románticos póstumos”, ¿qué identifica como tal a nuestra sociedad?
La expresión designa un romanticismo “después del romanticismo”, es decir, una incorporación de actitudes y símbolos románticos que, en cierto modo, ya se han convertido en clichés y en lugares comunes, pero que a la vez albergan, en algunos de los síntomas que hemos señalado, algo que identifica de manera muy significativa a nuestras sociedades.
Imagen del Ciclo de conferencias, en la que vemos una reproducción del famoso cuadro romántico El caminante sobre el mar de nubes de Caspar David Friedrich estampada sobre el Muro de Berlín.
¿Qué artistas de ese periodo han influenciado más en el arte posterior y en qué disciplinas?
No se podría ni siquiera imaginar la literatura alemana sin hablar de Goethe, ni la música clásica sin pensar en Beethoven, ni la pintura moderna si no hubieran existido Turner, Ingres, Géricault, Friedrich, Delacroix o Goya, ni la literatura moderna sin Byron, Walter Scott o Hölderlin, ni la filosofía europea sin Schelling, Schiller o Herder… Como ya he dicho, no se trata solamente de un movimiento artístico, sino de un cambio cultural que impregnó toda la sociedad y que modificó la definición misma de lo que entendemos por arte, literatura, pintura, poesía, filosofía…
¿Qué artistas del ámbito contemporáneo podríamos mencionar como grandes herederos de los preceptos del romanticismo? ¿Por qué?
Yo señalaría, para empezar, a los grandes protagonistas de las vanguardias históricas (cuya fuerte y a menudo autoritaria personalidad recuerda al impulso del genio singular), y muy especialmente a todos los movimientos expresionistas, incluyendo el expresionismo abstracto. En segundo lugar, todas las manifestaciones artísticas contemporáneas que de algún modo intentan recuperar la experiencia directa frente a un mundo hecho de mediaciones, como el land-art, el body-art, etc. En el caso específico de la música, es innegable que el atonalismo y sus derivaciones posteriores, incluso las más radicales, beben de hallazgos que pueden escucharse, aunque sea de modo ocasional, en Beethoven y, desde luego, en Wagner. Y, aunque solemos pensar en el genio como un individuo único y solitario, no hay que olvidar que también el romanticismo alumbró grupos de artistas reunidos en hermandades y sociedades, como los nazarenos, que de alguna manera prefiguran la conexión actual entre arte y movimientos sociales.
Simón Marchán Fiz
Es Catedrático de Estética y Teoría de las Artes en diversas Universidades y Académico de Número de la Real Academia de Bellas Artes, y uno de los mayores especialistas en el arte del siglo XX que tenemos en España, con publicaciones que han sido decisivas para el conocimiento, la divulgación y la investigación del arte contemporáneo en nuestro entorno. |
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Manuela B. Mena
Necesita poca presentación: es una historiadora del arte y gran conocedora de la pintura italiana del XVII, pero ha desarrollado la mayor parte de su vida profesional como Conservadora en el Museo del Prado y es, sin duda, una de las mejores conocedoras que en este momento hay en el mundo de la obra de Francisco de Goya. |
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María Nagore Ferrer
Es musicóloga, profesora del Departamento de Historia del Arte de la UCM. Ha dirigido importantes proyectos de investigación en su campo, y ha investigado especialmente sobre la música coral. Es una de las grandes expertas de nuestro país en la música de los siglos XIX y XX. |
Julia Ramírez Blanco
Es historiadora del arte, crítica y profesora de la Universidad de Barcelona. Está especializada en las relaciones entre arte y utopía, y ha dedicado parte de su trabajo al estudio de los nazarenos en el Romanticismo y también a la intersección entre arte, imaginación social y activismo en el mundo contemporáneo. |
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Antonio Valdecantos Es catedrático de Filosofía Moral en la Universidad Carlos III, y uno de los más prolíficos, serios y despiertos ensayistas de nuestro país. Autor de una obra ya muy amplia, su pensamiento se centra en desentrañar las aporías, espejismos y despropósitos en los que los discursos dominantes nos encierran mediante ideologías de apariencia intachable. |
INFORMACIÓN PRÁCTICA
Lugar: Auditorio 200, excepto 4, 9 y 23 de marzo en Sala Protocolo Nouvel.
Matrícula
Fundación Amigos del Museo: 87,00 €
Público en general: 120,00 €
Inscripciones: