Paula Ercilla: “El arte debe ser un poso que nos hace ser personas más completas, tolerantes, creativas y sensibilizadas.”
Paula Ercilla forma parte de ese equipo de educadores. Su doble titulación como conservadora y restauradora de bienes culturales e historiadora del arte le ha permitido desarrollar una trayectoria profesional vinculada al Museo Reina Sofía en diversos proyectos de restauración, en el interesantísimo Repensar Guernica o, actualmente, en las visitas guiadas de la Fundación de Amigos. Hablamos con ella sobre su visión del arte y del poder educativo del mismo en edades tempranas.
¿Por qué la educación artística es tan importante en el aprendizaje de los niños y niñas?
El contacto directo con el arte para los más jóvenes resulta fundamental para su propio desarrollo. Si algo se caracteriza la etapa de la juventud es que somos completamente libres en cuanto al pensamiento, la actitud y las vivencias. Creo que el arte potencia aún mas todo ello. En la sociedad actual, donde el desarrollo profesional está cambiando tan rápido, surgen nuevas profesiones cada día y la creatividad no solo es divertida sino que es necesaria.
¿Cómo es la metodología que utilizáis para que los niños y niñas disfruten de esta experiencia a todos los niveles?
Una de las claves de esta actividad es que se trata de una experiencia directa con el arte: nos acercamos a las salas y, sentados frente a las obras, empezamos a ir buscando niveles de significado de las mismas. Posteriormente, todo ese conocimiento intelectual lo desarrollan a nivel material con la creación de un proyecto artístico basándose en todo lo que han ido absorbiendo. Es fascinante ver cómo, año tras año, los niños y niñas nos sorprenden con esa capacidad de comprensión y, lo que es aún más complicado, la capacidad de realización de las obras. Ese resultado final no solo refleja la destreza de los niños y niñas sino que demuestra y engloba una comprensión total.
Dentro de nuestro propio equipo estamos divididos, y casi diría especializados, en cada edad. Evidentemente, nada tiene que ver el grupo de los 5 años con personas ya adultas de 16 años. Normalmente, los mayores tienen una visita más larga y estructurada y su actividad práctica suele ser conjunta. De manera que no sólo resulta una obra más compleja, sino que también se realiza de forma participativa, un elemento esencial en el arte contemporáneo. Con los grupos de los pequeños intentamos buscar las claves más elementales en cada obra para que no les resulte pesado y su actividad es más sencilla… aunque no por ello les privamos de experimentar con los distintos materiales.
Trabajar en una institución como es el Museo Reina Sofía nos permite tener una amplísima gama de posibilidades y propuestas muy distintas entre sí. Solemos siempre analizar las exposiciones temporales que se presentan anualmente y ver las posibilidades que tenemos con ellas. También nos gusta hacer una revisión de la colección permanente, donde podemos centrarnos en distintas temáticas. Recuerdo con ilusión cuando nos enfrentamos al Informalismo español con obras de Saura, Millares o la obra matérica de Tàpies. El resultado de darles la posibilidad de trabajar con tantos materiales muy distintos a la práctica artística habitual les abrió un nuevo horizonte de experimentación. Queremos ir más allá de los lápices de pinturas y el folio en blanco que siempre nos han dado cuando éramos pequeños.
La próxima visita guiada es el 16 de noviembre a la exposición de Miguel Ángel Campano. ¿Qué nuevos conceptos aprenderá este tipo de público a partir del conocimiento de su obra?
La verdad es que el equipo entero teníamos ganas de volver a una exposición donde revisitemos el propio concepto de la pintura. La exposición de Miguel Ángel Campano nos permite volver a técnicas más tradicionales, pero con propuestas artísticas propias del arte contemporáneo. El lienzo ya deja de ser ese elemento en un caballete, ahora el lienzo es una superficie para la experimentación. Ahora el artista, para su creación, se mueve con todo su cuerpo, “baila” alrededor de la obra buscando todas sus posibilidades plásticas. Hablaremos, por tanto, de la ruptura de los artistas con las prácticas artísticas tradicionales para comenzar con la experimentación de materiales. El abandono de la figuración para empezar a hablar de emociones. O las sensaciones que nos produce una pincelada, un color, un matiz.
¿Los niños y niñas suelen tener una sensibilidad especial o una visión singular del arte?
Más que una visión singular de arte, yo me atrevería a decir que somos los adultos los que con el tiempo vamos perdiendo esa capacidad de comprensión, absorción y de relacionarnos de forma más directa y, por qué no, sincera con el arte. Dalí decía que en sus obras había que olvidarse de esas ideas preconcebidas que tenemos cuando nos hacemos mayores y que debíamos enfrentarnos a la obra como si fuéramos niños pequeños, con esa libertad. Cuando preparamos los talleres, siempre buscamos esas claves que vamos a ir lanzándoles para que comprendan lo que estamos viendo. A mí, siempre que nos situamos frente a una obra, me gusta empezar preguntándoles qué ven ellos, qué entienden de la obra. Muchas veces, a pesar de la complejidad de las obras, van desgranando esas claves que teníamos preparadas, dejándonos completamente fascinados.
Como profesional vinculada al mundo del arte, ¿hacia dónde crees que deben dirigirse los esfuerzos de la sociedad por integrar a la juventud en la cultura?
Creo que en generaciones anteriores se ha potenciado un aprendizaje mecánico y repetitivo en vez de un trabajo intuitivo y reflexivo. En los últimos años han surgido nuevas corrientes de enseñanza donde se atiende a cada niño y niña de una forma más individualiza, se le analiza y se intenta sacar de cada uno sus puntos fuertes. Todo ello requiere de más tiempo y más dedicación, pero no olvidemos que los más jóvenes serán los que construyan la sociedad futura. Y una sociedad que olvide la cultura como eje vertebrador, es una sociedad a la deriva.
Imágenes por Robalt.