Las secuelas del romanticismo en el arte contemporáneo
Conferencia final presencial y online en directo:
José Luis Pardo
El héroe creador frente al caos. La vanguardia romántica.
1 de diciembre de 2020
El impulso inspirador del romanticismo parecía venir del pasado, como si se tratase de una resurrección intempestiva del espíritu heroico que la modernidad había declarado caduco y superado y que, al mismo tiempo que su exigencia incondicional de belleza, comportaba un ideal de libertad artística que se instalaría permanentemente en el mundo cultural, impregnando todas sus instituciones. Una parte de las vanguardias históricas, surgidas justamente al amparo de ese espacio excepcional de libertad, construyó un proyecto que, hasta cierto punto, podría considerarse inverso, pero complementario, del romanticismo decimonónico: una suerte de romanticismo invertido que no busca las raíces de un pasado heroico, sino los indicios de un futuro marcado por la superación de la humanidad tal y como ha sido entendida desde la revolución ilustrada. La vanguardia neorromántica interpreta estos indicios como signos de un nuevo paisaje material y espiritual surgido a la vez de la tecnología y del ocaso de las sociedades tradicionales, paisaje que no se deja observar ni comprender con los “viejos órganos” sensoriales y expresivos heredados del siglo XIX. Objetos y realidades para las que aún no se tienen nombres requieren nuevos ojos y oídos que puedan apreciarlos en lugar de apartarlos de la vista con horror o con desprecio. En un clima de fuerte experimentalidad y de creciente provocación contra un público considerado retrógrado, el artista se asoma a un abismo que, por una parte, está emparentado con lo sublime romántico pero, por otra, se abre a una desmesura de cuya violencia oculta darán cuenta las catástrofes humanas de las dos guerras mundiales del siglo XX, que parecieron enterrar para siempre todo romanticismo. Pero, ¿fue de verdad “para siempre”?.